Las manos de María [Grupo de Mayores en Riesgo]

Semana Santa. El deseo de que lleguen esos días festivos para descansar, desconectar y divertirnos... Esa sensación generalizada que cambia cuando te haces mayor y las limitaciones hacen que se conviertan en pesadilla. Nuestros mayores se quedan solos, más invisibles que nunca.


Tu vecino, el que acude por las mañanas a tu casa a saludarte o a llevarte el periódico se marcha al pueblo y te quedas sin el único contacto humano del día. Y tu amiga Paqui, esa que alguna tarde cuando va a comprar te sube la compra de la frutería porque tú no puedes con el peso de las bolsas, se va de vacaciones.


Los días festivos el portero que sube todos los días a tu casa para ver que estás bien y subirte las cartas no subirá. No subirá nadie esos días.


Pongamos que hablo de María, una señora totalmente dependiente, que necesita ayuda para todo, todos los días. Ayuda para lo más básico. Ayuda para pegarse una ducha después de levantarse, o para que alguien le ayude a hacer el desayuno porque María ahora cuando coge la taza del café del microondas suele derramar leche al suelo. Una vez se escurrió y estuvo a punto de caerse y ahora tiene miedo. Ayuda también para poner una lavadora y tenderla, sobre todo tenderla, porque le da miedo asomarse al tendedero de la terraza de la cocina.  Pero además de esas tareas, estos días a María lo que más miedo le da es quedarse totalmente sola, sin nadie con quien hablar. Cuando llegan los días festivos siempre teme que la chica que acude diariamente no vaya.


Pero María tiene el apoyo del servicio de ayuda a domicilio del Ayuntamiento, un servicio público que presta apoyo a diario y aunque su auxiliar de confianza esos días esté de vacaciones merecidas, acudirá otra/o compañera/o y María no estará sola. Ella igualmente esperará con nerviosismo a que suene el telefonillo ese jueves santo, y cuando suene respirará, respirará aliviada a pesar de las limitaciones y abrazará a “su chica de confianza”, la que le sube la revista y comenta con ella las noticias de actualidad mientras la viste para dar un paseo pequeño por su urbanización y sentarse al solecito en el banco de debajo de su casa. La que le ayuda a pelar las patatas mientras ella va dirigiendo la receta desde el taburete de la cocina.  Siempre cuando voy a ver a María sé que estará en ese banco que ya lleva su nombre.

 




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